Parece que fue ayer cuando se
disputó el último partido en la Champions, aquel día jugábamos contra el Oporto
y palmamos por 3 goles, fue en diciembre de 2009 y en aquel conjunto jugaba un
tal Radamel Falcao junto a Cebolla Rodríguez y Hulk. Pues bien, ya han pasado
casi 4 años de aquel encuentro y, como decía al principio, parece que fue ayer.
Esto es así porque el equipo que ayer se reencontró con la Champions nada tiene
que ver con aquel, desde entonces ese “adolescente descentrado” no ha parado de
madurar hasta convertirse en todo un hombre hecho y derecho, consiguiendo por
el camino dos UEFAS, dos Supercopas Europeas y una Copa del Rey, pero ya no
sólo han sido los trofeos conseguidos sino la sensación de que cada día se va a
más.
Hoy en día nadie echa en
falta a ese equipo totalmente partido con Maxi, Simao, Kun y Forlán arriba, dos
islas como mediocentros y una defensa de chiste. El equipo actual quizá no
tenga tanta estrella internacional por su país pero sí tiene un empaque y una armonía
en todas sus líneas que está a años luz de aquel, no depende única y
exclusivamente del chispazo de un futbolista para ganar.
Ayer llegaba al Calderón el
Zenit, un equipo infravalorado por la prensa y al que tampoco le hace bien un
entrenador italiano (Spalletti) que renuncia totalmente a ser protagonista
durante el tiempo que le aguante el marcador… pese a ello dispone de
futbolistas fenomenales como Witsel, Hulk o Danny, más los Shirokov, Zyrianov,
Arshavin y cía que ya están en su cuesta abajo. El partido tenía su
importancia, empezar una competición de grupos en casa con cualquier resultado
que no sea victoria, complica las cosas, y más cuando después has de viajar a
una plaza tan complicada históricamente como Porto, donde ya se viajaría con la
necesidad imperiosa de puntuar para no quedar bastante tocados.
Pues bien, ayer se ganó, con
dosis de sufrimiento, pero se ganó. Y es que no va a ser un camino de rosas
esta Champions, que nadie se piense que durante la fase de grupos vamos a
arrasar a los rivales y casi nos van a dar la Copa. No, eso se lo dejamos a los
madridistas, que ya irán por la 20ª Champions de todas las que ganaron en Navidad…
Durante la primera parte los
rusos nos entregaron descaradamente la pelota, montaron un bus de cinco
defensas y no querían saber nada del partido, fiaban todo a resistir atrás
mientras Hulk pillase alguna contra mortal. No salió el guión como esperaban y
el gol terminó llegando, casi al borde del descanso, pero llegó. Pudo haber
llegado antes, Koke estuvo muy bien plantado durante todo el partido, las
bandas funcionaban con unos laterales que apoyaban y un Arda que tenía “on” el
modo Champions. Los que no terminaban de funcionar eran Villa, al que no le
hace falta estar para terminar apareciendo, y un Adrián voluntarioso sin más,
no sé qué coño le pasa a la prensa con él.
El tanto llegó recordó al de
la final de Copa, Koke centra y Miranda cabecea en el primer palo adelantándose
a sus marcadores. El gol no terminó de animar al rival, manteniendo el mismo
esquema hasta el pitido de vestuarios. En ese momento no sabíamos cuál iba a
ser la actitud de ellos, si adelantar líneas y buscar el empate, o seguir
esperando unos minutos más para echar el resto en los últimos minutos. Enseguida
nos dimos cuenta de que se trataba de lo primero, desapareció uno de los
centrales y su lugar lo ocupó un mediocampista que le dio otro brío al juego
ruso.
Con más espacios comenzó a
aparecer “El Guaje”, él solito cargó a los defensas rivales de tarjetas, hasta
tres de ellos tuvieron que recurrir a la violencia para frenarle. Sin embargo
fueron los visitantes los que golpearon con un contragolpe de manual, un balón
sin aparente peligro que Witsel convierte en oro con un reverso magnífico y un
pase hacia la carrera de Hulk, el brasileño hizo el resto. Ya conocíamos su
potencia, su disparo látigo… pero nos volvió a vacunar con un tanto marca de la
casa, zurdazo fortísimo que parece parable pero en realidad viaja a más
velocidad de la habitual. Golazo y punto.
Fueron los peores minutos, un
rival animado a conseguir una remontada que les sabría a gloria y unos locales
que en ese momento estaban en “shock”. Kerzhakov, ex sevillista, asustaba a la
grada con un lanzamiento de falta al larguero, cuando ya antes había cabeceado
perfectamente un servicio desde la banda a cargo de Ansaldi. Soy sincero, no
creí en el equipo, veía que tarde o temprano nos caería un segundo que
enterraría la gran primera parte.
Pero por suerte me
demostraron que estaba equivocado, con una pizca de suerte, tan necesaria en
este tipo de envites, se consiguió voltear el marcador de nuevo. Fue en una
jugada de frontón en la que a la cuarta se logró la vencida, tras un despeje de
un central ruso que se estrella en Arda y acaba dentro. Sufrimiento en grado
sumo.
Tras ese balsámico gol se
apaciguaron los ánimos, Spalletti decidió meter a Arshavin por Zyrianov y ahí
se acabó todo, ya que el talentoso Andrei tan pronto se marca el partido del
siglo que se esconde miserablemente, y sino que pregunten en el Emirates.
Adrián se “partió la cara” por el equipo en una jugada desafortunada, por ello
tuvo que marcharse dejando el sitio a un Leo que vaya si aprovechó la
oportunidad. Primer balón que toca, gol. Hay personas con estrella (o flor, llámenlo
como quieran) y Baptistao es una de ellas, los minutos que tuvo en pretemporada
demostró con goles que podría ser un tipo importante en el grupo, después no
tuvo oportunidades durante los primeros partidos oficiales hasta ayer… sale 10’
y marca un gol aprovechando su zancada potente. Qué puedo decir, para mí hoy en
día debería ser la alternativa a Diego Costa, yo me he cansado de ver a un
Adrián que si no ha vuelto a ser el mismo con el Cholo… difícilmente va a
despuntar, le falta carácter y por ello quizá necesite sentir que no tiene
competencia detrás, trabajar sin presión.
En definitiva, tres puntos al
zurrón que sirven para liderar momentáneamente el grupo junto con el Porto,
permitiendo que en Portugal una victoria nos ponga con un pie (y medio) en
octavos de final, que un empate también sea un buen resultado por ser a
domicilio, o que incluso una derrota no suponga un drama clasificatoriamente
hablando.