Y el protagonista fue... ¡Muñiz!
Ante la falta de almas caritativas en este espacio -sí te incluyo a ti que lees esto- voy a elaborar una crónica mínimamente elaborada del partido de anoche.
El Atlético de Madrid venció a un Real Zaragoza que pinta mal, muy mal de cara a la salvación, digamos que su defensa hace aguas en cuanto se les fuerza, su mediocampo carece de la imaginación suficiente y tampoco destaca por jugadores de “músculo”, por último su delantera parece una broma de mal gusto. Con estos mimbres, casi todos retales de otros equipos, difícil hacer un cesto mínimamente decente.
Después de cortarles un traje a los maños pensarán que los pobres salieron vapuleados ayer del Calderón y tampoco es eso, pero se vieron incapaces de empatar ante un equipo en inferioridad, con algún jugador mentalmente en otro sitio y la persecución arbitral. Esto último suena muy fuerte pero lo siento así, qué leches.
En la primera parte vimos a un Atlético bien posicionado, buscaba el pase en corto como medio de acercarse a la portería contraria y lo conseguía, con mayor o menor acierto. Parte de ese logro pertenece por derecho propio a un futbolista, corrijo, un excelso futbolista venido de Riazor para armar el juego desde atrás. Si algo hemos aprendido a orillas del Manzanares en los últimos años es, sin duda, la importancia de los laterales en todo el entramado futbolístico, por fin podemos presumir de lateral izquierdo. Filipe Luis responde al perfil de “lateral largo”, si el equipo le necesita como punto de apoyo en el ataque allí aparecerá él tanto para combinar en corto, meter el centro ya sea antes o ganando la línea de fondo, o bien para entrar directo hacia el marco contrario. Un gran acierto su fichaje.
Ahora mismo no recuerdo si he dicho algo de Godín en las crónicas, el uruguayo forma con Domínguez una pareja de centrales impresionante, domina el área como nadie, va bien de cabeza, intenta sacarla jugada aunque a veces se complique más de la cuenta y además posee cierta rapidez, otra buena incorporación.
Volviendo al partido de anoche, la buena noticia fue la presencia de Tiago que permitió una mejor circulación de balón, la mala su estado físico. Una pena que dure medio tiempo o eso me pareció, quizá su aportación no se notase tanto en los primeros minutos de la segunda parte al echarse el equipo para atrás, pero vamos como mucho está para 60-65 minutos, no más.
Con esos ingredientes, y a pesar de un indolente Diego Forlán, bastó para crear un gol que inició Filipe Luis abochornando a Jarosik para dejarle en bandeja el balón a Costa (sólo tuvo que empujar), un mano a mano que Costa estrelló en el “muñeco”, un penalti al propio brasileño y así clara clara no recuerdo ninguna ocasión más.
En la segunda parte, con la ventaja en el marcador, el Atlético salió menos metido en el partido, como si el trabajo ya estuviese hecho, fruto de esa menor tensión competitiva el equipo reculó y empezó a ver alguna amarilla innecesaria como la de Assunçao. Sin embargo, el mayor hándicap llegaría de la mano de Muñiz Fernández, ese ignominioso colegiado asturiano.
Nunca había ganado el Atlético con este mequetrefe en los 8 partidos que nos había “dirigido”, a la novena llegó la vencida no sin antes sufrir de lo lindo. Mostró maneras al ignorar un penalti claro en la primera parte, amonestó con amarilla a Tiago en un corner que no pasaba nada, pero su verdadero show comenzó con la cesión señalada.
El mediocentro luso llega por detrás para meter la puntera de la bota y desplazar el balón lo suficiente como para abortar el ataque zaragocista, esto a 25 metros de la portería por lo menos, entre tanto el balón llega mansamente a De Gea que atrapa el balón. ¡Cesión! La esperpéntica interpretación (perversión) del reglamento regaló una ocasión de oro a unos alicaídos visitantes que sin buscarlo se encontraban con un libre indirecto en los límites del área pequeña. Con todos los jugadores sobre la línea de gol, el lanzador mandó directamente a las nubes el balón, pero el displicente trencilla dio otra vuelta más al asunto mandando repetir el lanzamiento y amonestando a De Gea por… ¡por intentar pararla! Llegados a este punto deberían haberle dado el balón y arengarle para que lo lanzase él, no fue así sino que el maño estrelló el balón contra la barrera.
Tras esta embarullada jugada, nunca mejor dicho, llegó la guinda al pastel. Un desplazamiento en diagonal desde la derecha hacia la carrera de Reyes por la izquierda se salda con un empujón de Reyes al accidentado central zaragozano -accidentado por el chaleco homologado de la DGT- que exagera en su caída y convierte, con la ayuda de Muñiz, una acción de amarilla en roja directa. Con dos cojones y un palo. Se monta una trifulca y el Kun termina también amonestado desde el banquillo, ya saben que cuando ves una injusticia arbitral lo mejor es sonreír y preguntar al árbitro por su familia, preferiblemente por su madre. También se le puede saludar con el dedo corazón extendido, pero cabe la posibilidad que no entienda correctamente el saludo y acabe mal.
De ahí al final asistimos a un carrusel de cambios en pos del resultado, había que defender con uñas y dientes una renta escasa. Tiago dejó su puesto a un perdido Suárez, Diego Forlán -desacertado toda la noche y desaparecido- abandonó el terreno de juego para que el Kun dispusiese de sus minutos.
Godín se lesionó, aunque aguantó como un jabato hasta el final, y Valera salió en las postrimerías del encuentro para perder tiempo y hacernos perder la paciencia al respetable (con él). Tres puntos, sí, pero muy caros.