Cierre al 2010 atlético
Comenzó con la salida de Maxi Rodríguez camino de Anfield, uno de los capitanes del Atlético se despedía en una evidente cuesta abajo futbolística, con el incidente del brazalete en la retina del aficionado y con la sensación de que nos robaron parte del futbolista en aquel césped de la Condomina. También se marchaban en el mismo mercado invernal tanto Semanas-Singol como Cléber Santana, dos parodias de futbolista profesional que tuvieron la suerte de ganar dinero en esto del fútbol.
Por el contrario llegaron Salvio (por Maxi), Tiago (por Santana) e Ibra, del filial, suplió al inefable ¿delantero? galo. El primero, a pesar de las expectativas y las ganas de la afición por verle tuvo que luchar contra una pubalgia que traía de serie y contra un más que evidente sobrepeso, no aportó nada significativo y sólo el día del Tenerife con dos goles dio la sensación de merecer ser tenido en cuenta. Tiago fue otra cosa, desde el primer momento fue la única luz en un centro del campo tan desierto como oscuro, quizá no esté entre los 10 mejores mediocentros del mundo, pero un tipo que ha hecho carrera en Benfica, Chelsea, Lyon y Juventus algo debe saber de fútbol. Ibrahima, ese parche improvisado al carecer de un tercer delantero, cumplió con brega en los minutos que disputó.
Quique, ya en el banquillo atlético, tenía el equipo en un complicado 15º puesto pendiente de los puestos de descenso, con la soga al cuello, eliminado de la Champions (aunque clasificado para la UEFA) y en Octavos de Copa frente a un Recre que parecía un rival asequible.
Todo se torció enseguida, pese a ganar el primer partido del año frente al Sevilla con un gol de cabeza de Antonio López en el último minuto (¿lo recordáis?), 3 días después el equipo caía con estrépito en Huelva en lo que denominaremos el gran punto de inflexión del año. La afición pedía cabezas, el entrenador salía en rueda de prensa demacrado, los jugadores pagaban su desidia corriendo bajo la nieve, el club parecía abocado a una catarsis absoluta…
Pero la reacción no tardó en llegar, el Valladolid pagó los platos rotos con un 0-4 a domicilio que sirvió para espolear a unos muchachos que creían en la remontada copera, tanto fue así que a los 23’ el Recre ya palmaba por dos goles. Ujfa equilibró en un corner, Kun marcó el de la remontada en una jugada histérica en la que nadie acertaba a marcar. Sin embargo, como tenía que existir ese salto al vacío, ese querer tropezar torpemente, Assunçao “regaló” un gol al Recre que nos costaba la eliminatoria hasta que en un postrero lanzamiento de falta, Simao puso el 5-1 definitivo. Fue apoteósico.
La Copa nos depararía más momentos críticos, en la siguiente ronda el Celta nos merendó literalmente de principio a fin en casa, sólo un inspiradísimo David De Gea salvó los muebles de un equipo que pudo haber recibido un saco de goles, afortunadamente acabó 1-1. La vuelta amenazaba con sacudirnos un bofetón aun más grande, nada más lejos de la realidad, el Celta se transformó en un equipo inofensivo que cayó 1-0 en un partido bastante flojito por parte de ambos. Ya no habría más complicaciones hasta la final.
Volviendo a la campaña liguera, la apuesta evidente por las competiciones coperas lastró toda opción a ser sexto, de accesos a Champions no hablo porque ya estábamos a años luz de ello. Las tres victorias consecutivas iniciado el año dejaron al equipo un colchón de puntos respecto al descenso, en mitad de la tabla en tierra de nadie, la plantilla hablaba de intentar llegar a UEFA por liga pero con la boca pequeña, se notaba en los partidos previos a competición copera, en los que salían a menos revoluciones y con ganas de terminar. Marzo fue el punto de inflexión negativo, el equipo dejó de subir (8º) y pasó a distanciarse en una apuesta muy arriesgada, sólo una victoria en una de las copas o que el Sevilla, finalista de Copa del Rey, se clasificara para la Champions dejaba al equipo en Europa el año próximo.
Afortunadamente la UEFA dejó mejores sensaciones, unos jueves mágicos que sin especial brillo nos permitían pasar rondas. Primero fue el Galatasaray el que cayó en los últimos minutos en su casa (1-2), el Sporting en un partido de vuelta frenético (2-2).
Así se llegó a unos Cuartos de final frente a un Valencia pletórico en Liga (tercero), la ida de Mestalla sirvió para ver a un Atlético competitivo, un equipo que se adelantó gracias a una contra mortal que empujó (literalmente) Forlán, que luego se repuso al golpe moral del zapatazo de Fernandes (1-1) con un gol de cabeza de Antonio López, sí el mismo que marcó al Sevilla, y que sólo una negligencia defensiva permitió a Vicente poner un balón de oro a Villa para que empatase. Pero eso iba a ser peccata minuta al lado de la vuelta, donde los errores arbitrales deslucieron una clasificación más que merecida para semifinales. El árbitro alemán (Meyer) se tragó un orsay de Forlán que no era, anuló un gol legal al Kun que tampoco era orsay y, sin embargo, nadie recordó esos lances del partido y sí un penalti a Zigic que sí, lo era, pero que si se hubiese pitado correctamente con 2-0 esa jugada probablemente ni se hubiera producido. Ladran, amigo Sancho, luego cabalgamos.
Frente al Liverpool se sufrió todo lo que se quiso y un poco más, pese a la ventaja de la ida (1-0) en la que Forlán marcó el gol de cabeza más raro que pueda imaginar. En la vuelta el empuje red (a los 10 segundos ya habían gozado de una muy clara) en la primera parte permitió al equipo de Benítez igualar la eliminatoria antes del descanso por mediación de Aquilani. La segunda parte dejó patente el miedo a perder que tenían ambos conjuntos y así se llegó a una prórroga en la que había que poner toda la carne en el asador. Bennayoun adelantó al Liverpool nada más comenzar y QSF, obligado a ponerlo todo decidió prescindir del doble pivote colocando a Jurado de punta de rombo, teniendo un papel fundamental en el juego del equipo. Nada más salir el gaditano, Reyes se hacía con un balón en el lateral del área y la ponía al segundo donde Forlán empalaba el gol del pase a la final. Una verdadera gozada, corrí por la casa y saludé por la ventana a los cornudos que minutos antes celebraban con petardos el gol red. Los mismos que el año anterior lloraban con el 4-0 en Anfield, la memoria es frágil y la estupidez infinita.
Llegamos a las dos finales, en Hamburgo se ganó con un partido bastante tenso y discreto en cuanto a fútbol, una narración pésima de JJ y otra prórroga que estuvo a punto de reventar nuestros corazones. Forlán decidió por dos veces en una final que bien pudo acabar de cualquier manera.
La de Copa fue distinta, el Atlético de Madrid intentó jugar en todo momento en un partido que el Sevilla comenzó ganando mediación de un gol del tarambana de Capel, a partir de lo cual se dedicó al “otro fútbol”, repartiendo estopa, convirtiendo el partido en un combate de “pressing catch” en el que se apuntó hasta Cristóbal Soria, ese medio hombre que siempre monta el pollo y luego rehúye la batalla. El partido terminó 2-0, ya que en los últimos minutos Navas marcó el definitivo en una contra. La reacción posterior al partido quedará registrada en las videotecas y hemerotecas, por más que cuatro iletrados palanganas digan que la final fue al doble de distancia, si esto o si lo otro, fue el impresentable de su presidente el que como medida de presión se negó a aceptar el Bernabéu, sabiendo que dos aficiones numerosas no entraban en un estadio como el de la Cartuja o Mestalla. Vamos, la demagogia populista que suele vender Del Nido, una lástima que le quede poco al Sevilla para volver a su sitio, mitad de tabla.
El verano nos dejó cientos de páginas sobre culebrones veraniegos. Llegarían Filipe Luis para hacerse dueño del carril izquierdo, Godín como central experimentado, Fran Mérida como la gran promesa y Mario/Costa como retornados. Bueno, tras 3 meses de incertidumbre Tiago renovó una cesión que iba a ser traspaso. En el capítulo de salidas todo parecía tranquilo, a las salidas de Pablo, Pernía y Cabrera no se les sumaba nadie. Hasta que el club decidió prescindir de Salvio, cediéndole a Lisboa y, la más controvertida de todas, la de Jurado el último día de mercado al Schalke.
Justo antes de tan polémica operación el Atlético se jugaba la Supercopa europea frente al Inter de Milán. QSF sorprendió a todo el mundo dejando a Filipe en el banco y colocando a Domínguez de sorprendente lateral zurdo, de paso colocaba a Perea en el once titular y dejaba a Tiago fuera, poniendo al Merluzo de Tajonar de titular. Contra pronóstico partidazo atlético con un Reyes y un Agüero soberbios que desnudaron a la defensa neriazzurra, además de una correcta disposición defensiva que maniató a Sneijder, dejándoles sin su motor.
Esta campaña nos ha dejado una trayectoria irregular en liga, un equipo incapaz de ganar a los teóricos rivales ligueros, vagando en el furgón de UEFA a poca distancia de la Champions, pero sin duda lo que más daño ha hecho ha sido la patética excursión, de otra forma no se le puede llamar, por Europa, dilapidando el crédito ganado el año anterior. Y aquí estamos, a mitad de curso, vivos en Copa del Rey con un cuadro complicado, penando en liga y con un juego que deja bastante que desear.
Para colmo, los rectores del club decidieron recientemente prescindir de uno de los titulares y capitanes, Simao Sabrosa, en otra discutible decisión que choca frontalmente con el discurso aquel de “ser grandes”. Porque, señores, Elías llega para cubrir la baja de Jurado sin ser el mismo tipo de jugador, y el hueco de Simao no lo cubre -de momento- nadie. En una plantilla que además de corta ha visto como Asenjo y Camacho hacían las maletas. Ya veremos cómo se da el año que viene, pero mucho me temo que no se parecerá en nada a este en lo que a títulos se refiere.